El jazz gusta y,
generalmente, no gusta. El que no guste es perfectamente comprensible, dadas
las características intrínsecas a este tipo de música, por otra parte tan a menudo asociada a posturas “intelectualoides”, a presumir de
cultura y de buenos gustos musicales —una anécdota repetida y repetida es la de
observar las contorsiones de lengua y labios de algunas personas a la hora de
pronunciar la palabra jazz: yaxx, jaks, yazst, jatsx, cuando toda su dificultad
es decir “yas”.
Lo que a continuación
intentaré será una explicación que nos acerque a la comprensión del
funcionamiento de un tema de jazz, basada en mi experiencia como músico y
contrabajista de jazz.
—De entrada, todo aquello
que escuchamos nos parece que suena lo mismo, da igual que el tema sea Come Sunday (Duke Elligton) o Freddie Freeloader (Miles Davis), todos
nos suenan igual. En realidad, lo que ocurre es lo contrario, cada tema no
suena nunca igual que ningún otro.
—El jazz exige ser escuchado
atenta y concentradamente, debido a la fluidez y encadenamiento de todos los
acontecimientos musicales suscitados por la interacción entre los músicos: su
medio consiste en la improvisación. Cuando se va a tocar un tema, ninguno de
los músicos sabe lo que va a tocar él mismo ni lo que van tocar los compañeros.
—Deberíamos fijarnos en lo
que va tocando cada instrumentista. Es decir, en un cuarteto, ser capaces de
separar lo que tocan saxo, piano, contrabajo y batería; escucharlos a cada uno
por separado para luego ser integrado en la unidad de lo que suena, en la
unidad de lo que está ejecutando el cuarteto. Cada músico “depende” de lo que
toque el resto y, sin embargo, el jazz está considerado como una música
individualista.
—La apreciación de aquello
llamado “swing” y que tan difícil resulta definir con palabras. Se trata de una
cuestión de interacción y ritmo, algo así como un caminar fluido, el empuje
para que lo que es tocado avance hacia delante. En
general, lo que decimos los músicos
simplemente es, “tiene swing”
o “no tiene swing”. Si no lo tiene,
nada vale nada. Su apreciación y apercibimiento lo dan horas de escucha.
—El jazz es exigente, mucho, se alimenta de cuerpo y alma del oyente.
Se trata de la exigencia dedicada y paciente de transformar el caos de la
escucha superficial en el orden que supone la identificación de su estructura. El
oyente primerizo —ojalá existiesen muchos— lo que normalmente siente al
escuchar lo que suena es una sensación próxima al caos, al desorden, al mareo
auditivo ante tanta nota tocada por capricho. Es prácticamente imposible que,
percibido así, el jazz pueda gustar a alguien.
—La estructura musical. El jazz es una música improvisada, pero esto
no significa que cada músico pueda tocar lo que quiera y cuando quiera, ni que
comience o acabe su solo
arbitrariamente. Aquí se hace necesaria una aproximación musical al
funcionamiento y estructura de cualquier tema, en la que un mínimo conocimiento
de los conceptos musicales siempre es bienvenido:
En un tema de jazz, de principio a final, la sucesión-estructura del
mismo es como sigue: Exposición de la melodía - Improvisaciones o
solos - Exposición final de la melodía. Es sencillo en teoría, lo
importante es percibirlo, sentirlo. A veces, unidos a su estructura, se pueden
dar una introducción (antes de la melodía), un interludio (entre solos), un vamp o forma rítmica repetida para acabar,
etc.
La melodía consta a su vez de un número de compases exacto: 32 (en
general, en 4/4) que a su vez podríamos agrupar en 4 secciones de 8 compases:
A-A'-B-A. Me explico. A corresponde a lo
que es propiamente la melodía, A' es una variación de A, es decir, una
variación de la melodía en los últimos compases. B es el puente, una parte
contrastante de 8 compases para regresar a A, exposición de la melodía como
final. Esta va siempre unida a una determinada armonía o sucesión de acordes,
normalmente un acorde por compás: así, tendríamos una sucesión de acordes para
A, otra muy parecida para A', otra ya bien distinta para B o el puente, y la
última, que es igual a la primera A. Una vez acabada la exposición comienzan
inmediatamente las improvisaciones, basadas en los acordes o armonía que
acompañan la melodía.
El siguiente sería un ejemplo gráfico.
Imaginémonos un círculo divido en 34 partes (en lugar de las 60 que
serían las divisiones correspondientes en un reloj). De la misma forma, solo
hay una manecilla que, una vez pulsada, no se puede detener: una vez marcado el
tempo la ejecución comienza, el tiempo, los compases, los acordes no se pueden
detener, la música debe continuar hasta su final en su amoldamiento al tiempo
y, ya dentro del tiempo, a su mayor o menor velocidad, siempre la misma. El
tiempo es el espacio de la música, el tiempo en sus divisiones minúsculas. Si
bien es verdad que el tiempo es un concepto que se nos escurre, que desde la
Antigüedad ha exprimido cerebros y reflexiones, es más cierto que los músicos
tenemos una experiencia material, continua, precisa y exigente de lo que el
tiempo es materialmente, con su transcurrir.
Volvamos al círculo. Acabábamos de terminar la exposición del tema, es
decir estamos en la última división del círculo-reloj y dispuestos a
encontrarnos ya el cero de otra vuelta, el principio de las improvisaciones:
vuelve a comenzar la rueda, parece como serpiente armónica que se muerde la
cola..., solo que ahora ya no se toca la melodía. Como decía, ahora comienza la
improvisación de cualquiera de los músicos. El improvisador toca siguiendo
necesariamente los acordes, que se suceden uno a otro, la manecilla continua
girando. Únicamente en el final o el principio de la rueda el solista puede
dejar o iniciar su improvisación.
Al igual que las estaciones se
siguen la una a la otra y conforman el tiempo circular que empieza y acaba cada
año, así es el tiempo circular por el que fluye el jazz.
Espero que de momento esta
aproximación nos sirva de algo. Queda aún mucho en el alero.
BRUNO RUANO
Imágenes:
1. Uroboros. La serpiente armónica, el ciclo eterno de las cosas, imagen del transcurrir el tiempo en
jazz. En mi principio está mi final.
2. Un disco que lo cambió todo, In a silent way, de Miles Davis, 1964.
2. Un disco que lo cambió todo, In a silent way, de Miles Davis, 1964.
3. Partitura del más que conocido Autumn leaves: A - A' - B - A.
4. Horace Silver introdujo el funk en el jazz, música divertida o 4. Su
grabacion más significativa Song for my father,1965.
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