26/2/14

BILL VIOLA: VIAJE AL CENTRO DE UNO MISMO, por Mar Redondo

Una de las exposiciones estrella de este año es la que, organizada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes y la Galería Nieves Fernández, se muestra hasta el 30 de marzo en la sede de la primera, el Palacio de Goyeneche, en la calle Alcalá: BILL VIOLA [en diálogo].
Para quien solo tenga como referencia que la obra principal de este artista estadounidense son las video instalaciones, tal vez le sorprenda que en esta ocasión se exhiban en un espacio que se caracteriza por su clasicismo y “en diálogo” con pinturas de José de Ribera, Pedro de Mena, Alonso Cano, Zurbarán, El Greco y Goya. Sin embargo, quien venga siguiendo la trayectoria vital y artística de Viola lo encontrará una consecuencia de la misma más que lógica.
Hace tiempo que el interés de Viola por el video arte como mera forma artística autónoma y de experimentación audiovisual quedó atrás, para conducirse hacia una investigación formal, estética y argumental menos técnica pero más expresiva, menos fabril y más subjetiva, menos intelectual y más espiritual, y ello en paralelo a su evolución personal, impulsada a partir de cierto momento por nuevas inquietudes en torno a la espiritualidad y la mística. Las religiones orientales y la mística cristiana ofrecieron a Viola nuevos leitmotives en relación con el autoconocimiento, con la observación de las emociones o estados del alma y su expresión, humana y artística.
Los estados del alma son experiencias subjetivas que se producen en lo más recóndito de uno mismo, pero cuya fuerza expresiva a menudo acaba por volcarse hacia el exterior en manifestaciones sensoriales –como mínimo cutáneas— más que evidentes. Y nada como la pintura del Siglo de Oro, transmisora de la religiosidad durante el XVIII, para encontrar momentos de máxima emoción y pasión, de puro dramatismo —frente a la racionalidad y serenidad renacentistas— articulados pictóricamente mediante recursos visuales tales como contrastes lumínicos fuertes, colores intensos, composiciones dinámicas o gestos vehementes, entre otros, que dotan a las escenas de una mayúscula sugestión de realidad y naturalidad de la expresión emocional. 
Lo mismo ha querido llevar Viola a sus video creaciones Dolorosa, Montaña silenciosa, Rendición y El quinteto de los silenciosos, si bien moviéndose aún más allá, desvinculando la expresión emocional de todo referente temático o religioso para ofrecer “la naturaleza de la expresión emocional misma”.



       Pese a que el artista afirme que los viejos maestros no eran sino un punto de partida desde sus dimensiones espirituales, no de su forma visual”, es innegable la inspiración formal de sus imágenes en los recursos visuales hiperrealistas de aquella época, trasladados y adaptados al soporte en video. El formato díptico usado en tres de ellas, los fondos neutros, la luz violenta, el aunque ralentizado pero contorsionismo de las figuras, la composición que es descomposición y llevada al extremo dilución de la imagen, los colores contrastados, etcétera; todo ello conforma el vehículo expresivo fundamental de Viola para presentar “la fuente original de las emociones”, la emoción en estado puro y visible, la tangibilidad de estados del alma tan recónditos e intangibles como pueden ser la duda, la angustia, el miedo, el desconsuelo, el dolor y esos otros a los que a menudo ni siquiera podemos ponerles nombre. 
Son fuerzas interiores que en sus obras ganan corporeidad al ritmo levísimo que la reproducción en video les imprime, que se abren camino y se expanden paulatinamente hasta, unas veces, explotar y convulsionar para luego cerrarse de nuevo, reencontradas y abrazadas las figuras a sí mismas (Dolorosa y Montaña silenciosa); otras, entrar en un bucle de transformación permanente que les lleva a la abstracción, al abandono de la forma original para volver a aparecer bajo una nueva imagen cada vez más informe, eterna e irremisiblemente cambiante pero eternamente presente (Rendición); otras, suscitar una reacción encadenada de movimientos, un aliento común a partir de emociones individuales y diversas que, bajo el silencio y el tiempo casi detenido, subrayan, a un tiempo, la universalidad de las emociones y el aislamiento de cada figura en la suya propia pese a su proximidad espacial con las demás (El quinteto de los silenciosos).   
Las cuatro obras del artista que se muestran en la Real Academia de Bellas Artes no se han colado allí por casualidad. Yo diría que han encontrado el sitio que en realidad les corresponde, el contexto al que verdaderamente pertenecen, junto a las vírgenes dolorosas de Mena, los frailes arrobados de Zurbarán, los ascetas de Ribera o El Greco, los Cristos de Cano y los retratos psicológicos de Goya; porque las de Viola no son meras creaciones en video, sino verdaderos cuadros animados, la esencia anímica del ser humano hecha plasticidad sobre un soporte tecnológico que las convierte en arte y las hace merecedoras —al menos temporalmente— de un sitio junto a los más grandes.
          MAR REDONDO

6 comentarios :

  1. Hay un sitio para cada uno de nosotros, y "El quinteto de los silenciosos" nos muestra claramente el lugar

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  2. Sí, Angeles, es una obra inquietante tal vez por lo que dices, por ser una especie de reflejo de nuestro estar en la vida, en solitaria y necesaria proximidad a los otros.

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  3. Inquientante visto desde fuera. Pero también puede invitarnos a ese viaje al centro de uno mismo, el viaje que tarde o temprano tenemos que emprender, y que pienso puede ser el mejor con diferencia

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  4. Sin duda es un viaje complejo y no exento de riesgos. Por eso el vehículo artístico a veces puede hacérnoslo más fácil, además de la experiencia estética en sí misma.

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  5. Los vídeos de Viola son como la mirada de Dios-Nosotros. No sólo nos permiten mirar sin ser vistos, sino que además podemos calcular los movimientos de los personajes y casi hasta oír los pausados latidos de sus corazones. Da la sensación de que, incluso, podríamos "intervenir", alterar sus vidas indefensas.
    Marcos Fonseca

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  6. Interesante lo que dices, Marcos. Sin duda son videos que mueven al espectador a no permanecer pasivo, al menos en su interior. Si no interviene, como dices, en las vidas de esos personajes es por prudencia, no por falta de motivación. Como poco, dan ganas de abrazarlos y consolarlos, que es lo mismo que decir, de abrazarnos y consolarnos a nosotros mismos.

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