8/1/14

ATISBOS DE UNA NUEVA REALIDAD, por Heterodoxa

     Entregada a mi tarea de apuntar en mi moleskine la mayor cantidad de datos y fechas, por eso de luchar contra el síndrome korsakoff, he creído, por un instante, hallarme ante una nueva realidad. Fue al revivir dos hechos acaecidos en un corto espacio de tiempo, con diferentes protagonistas y en distintos contextos. Unas jornadas organizadas en el marco del World Economic Fórum y un paseo por los mercadillos navideños me han generado la ilusión, acaso equivocada, que una ya no sabe, sobre si no estaremos siendo testigos de un cambio de paradigma, silencioso pero vital.

      Medio obligada por las presiones navideñas me dejé caer el otro día por uno de esos nuevos mercadillos artesanales que surgen por estas fechas. Mientras paseaba entre sus puestos, me invadió  un runrún raro que no supe cómo identificar. Hasta que lo visualicé: lo que me causaba ese desasosiego era la edad, preparación y afabilidad de los creadores. Detrás de sus pequeños puestos, todos, todos, te entregaban una tarjeta con un  link a su página web. Eso, y un saber hacer y un volcarse en explicarte su trabajo, un orgullo interno que delataba que detrás había algo diferente, distinto, nuevo.
     
      El otro instante surgió al asistir vía streaming a una conferencia de emprendedores de Shape Europe. Ahora, cuando parece que lo único que se les ocurre son nuevas bajadas salariales y mayor flexibilidad laboral —nuestro nuevo becerro de oro—. De repente, una conferencia organizada y celebrada hace unos días en Madrid, en un entorno que suele dar cobijo a eventos de pensamiento más académico, reunió a un montón de jóvenes líderes de entre veinte y treinta años (edad máxima para participar) para discutir y avanzar en nuevos enfoques sobre cómo enfrentar estos desafíos de una manera diferente.

    Ahí les tenías, en vaqueros, con sombrero tejano, con corbata o sin ella, expresándose fluidamente en inglés, moviéndose por el escenario de aquí para allá, sin atriles, en todo caso un ordenador con la presentación pero en el suelo, otros ni siquiera necesitaban de esa apoyatura. Procedían de los países más diversos, pero todos coincidían en una cosa, tenían algo en común, su pertenencia a la generación digital. No solo les unía entenderse en el mismo idioma, ni su edad, lo que verdaderamente les asociaba, les convocaba, era la utilización de un mismo lenguaje tecnológico y puede que algo más…      

       Hasta en su forma de tomar notas, marcaban un punto y aparte. Se iba escribiendo en una gran pizarra blanca en el centro de la sala, sin orden aparente, mezclando ideas con dibujos, mensajes con metodología y relacionándolo todo mediante flechas, círculos. Hasta en eso, en esa forma de expresarse, que por cierto nada tenía que ver con las nuevas herramientas tecnológicas, me resultaron  distintos y algo me sugirió, en lo que a plasticidad y al complejo entramado de sus apuntes se refiere, a las rutas de archivo de  nuestro cerebro


 Y eran de la misma generación a la que pertenecían muchos de los creadores de los mercadillos, el mismo lenguaje, parecido look, el mismo orgullo por el trabajo bien hecho, que te llevaba a pensar que alguno de ellos podría haber participado tranquilamente en ese foro — ¿Quién nos dice que no lo han hecho?




     Lo que allí se dijo, desde el otro lado de los centros de poder, me ha llevado a reflexionar sobre el aquí y el cómo. Me pareció muy lúcido su análisis del actual modelo educativo occidental, su puesta en cuestión de las titulaciones tradicionales, de la forma de impartir la educación, de las herramientas utilizadas, de los caducos itinerarios, de los procesos de selección en las empresas…, nada de ello, parecen creer, les va a ser de utilidad en ese nuevo futuro.

Coincidían muchos en su discrepancia con los actuales modos de trabajo. Ese mundo, este mundo, que les hemos construido y diseñado, cimentado en actitudes y valores que ya no parecen servirles, basado en la verticalidad, en estructuras rígidas, en utilizar mandos intermedios, bien pagados, capataces de los nuevos señores de la guerra. Puede que no lo expresaran así, ni siquiera, a lo mejor, fueran muy conscientes de ello. Lo que sí parecían tener claro era que las actuales estructuras empresariales e institucionales no les valoran, no les reconocen y no les ofrecen en muchos casos oportunidades para desarrollar sus conocimientos, su visión y  una vida adecuada.

Lo que muchos planteaban,  y es algo que he creído percibir no solo en ese foro sino en otros espacios, es el desarrollo de modelos alternativos de negocio basados en la colaboración y no en la competición a ultranza; en la utilización de las redes sociales como medio de cooperación. El desplazarse desde la óptica basada en el poseer por el compartir, compartir conocimientos, compartir espacios, compartir visiones, compartir actitudes. Apuestan por la motivación y parecen convencidos que cada uno tiene un don que debe desarrollar. Lo importante, se subrayaba, es descubrirlo y potenciarlo. En el fondo se traslucía era una nueva forma de entender y configurar el mundo.

Aunque muchos actúen empujados por la ausencia de otro tipo de oportunidades, no me dio la impresión —puede que me equivoque—,  que vaya a ser algo coyuntural y que solo se esté dando en este país. Al contrario, creo que es una ola que alcanza a jóvenes de todo el mundo. Muchos lo ven como medio de vida, otros para generar nuevos conocimientos o ampliar espacios, algunos buscan inversores, otros prefieren buscar partenaires que tengan su misma visión.

Es interesante cómo algunas estructuras corporativas tradicionales apoyan estas nuevas actitudes. Quizás sea porque también ellos intuyen que el actual modelo está caduco o puede que porque piensan mudar y externalizarse, en esos servicios nuevos. Sea por una u otra razón lo que puede adivinarse de esta nueva hoja de ruta es que los oficios intermedios, los capataces, los no generadores de conocimiento, los que no creen valor añadido, deberán empezar a reciclarse sino lo van a tener muy difícil en este nuevo mundo.

En cualquier caso, desde lo que se visionan a través de empresas de base tecnológica  o mediante el buen hacer de un trabajo artesanal, me ilusiona pensar que cada vez sean más  los que apuesten por externalizarse, escapar, salir, crear/crearse otras estructuras.  Recrear en fin una nueva forma de vida con espacios que interactúan, sin las tradicionales barreras entre vida y trabajo. La utilización de la web les ayuda, eso está claro, pero la falta de expectativas y de visión de las élites podría está facilitándolo, eso también. Nunca se sabe si para mejor. Habrá que irles siguiendo. Lo acabo de apuntar, apuntalar, en mi moleskine, por si se me borra… 

HETERODOXA

 ...Me desperté y vi la luz del amanecer en las mirillas de la persiana. Salía de tan adentro de la noche que tuve como un vómito de mí mismo, el espanto de asomar a un nuevo día con su misma presentación, su indiferencia mecánica de cada vez: Conciencia, sensación de luz, abrir los ojos, persiana, el alba.
JULIO CORTÁZAR

No hay comentarios :

Publicar un comentario