20/11/13

LA PROMESA DE FÁTIMA

Tengo una duda metódica, por lo del método a usar quiero decir. El caso es que no sé muy bien cómo abordar la reforma de Fátima. A la reforma de las pensiones me refiero. Porque dice Fátima que se van a compensar en el medio plazo las subidas y bajadas —más bien serán las bajadas, esas del 0,25 % de subida anual cuando el famoso índice de precios al consumo (IPC) suba el 1% o el 2% o lo que sea.

Bueno, pues nos dice Fátima que luego, al cabo de los años —tampoco se sabe o si se sabe no nos dice cuántos—, nos subirán otra vez de acuerdo con el coste de la vida. Así, al cabo de un cierto tiempo, se compensarán. Eso nos dice Fátima. Mi duda estriba en que si es verdad lo que nos dice Fátima y yo me lo creo, tengo que arbitrar un procedimiento para desde el otro mundo recibir eso que me van a compensar cuando ya no me encuentre en éste. 


Mi médico, cuando le pregunto por los años que me quedan y si llegaré a ver la compensación, no dice nada; pero cuanto más ruidosa es mi tos, más se le queda la cara entre torcida y ensimismada. No sé por qué me malicio que la promesa de Fátima no la veo en este mundo. De lo que estoy segura es que nos van a resarcir, que no tengo yo por qué dudar de lo que nos dice Fátima, y porque me lo deben, que el dinero de la hucha es mucho más mío que suyo. Aunque solo sea por mis más de cuarenta años de ingresar en la hucha sin recibir nada a cambio. Ahora nos dicen que era para nuestros mayores, pero son mis mayores tanto como los suyos o eso creía.

Yo de esto entiendo poco, pero me parece percibir un cierto escaqueo por parte de algunos que no se quejaban de que sus mayores, sin haber cotizado, recibieran de la hucha —y no estuvieran a su cargo—, y ahora cuando son ellos los que tienen que aportar, la quieren romper. Dudo que sea éste el caso de Fátima. Fátima nos aprecia y por eso nos va a compensar, y aquí estoy yo buscando la formula de cómo puede arbitrarse. La compensación en el otro mundo, digo.


En primer lugar, he hecho una lista de las cosas que quizás necesite desde allí.




Necesitaré que alguien me cuide la tumba, la limpie de hierbajos y otras malas plantas. Visto lo visto, con los familiares ni contar; ni siquiera quieren aportar a las pensiones de sus mayores, mucho menos a eso.












También me gustaría que pusieran flores cada cierto tiempo, hacen bonito y limpio.  En esto de los viejos, lo bonito y limpio, y si puede ser con un toque de invisibilidad, cotiza al alza. Si lo sabré yo.

Luego están las deudas que habré dejado, deudas monetarias y de las otras. Entre ellas, los prestamos de algún amigo cuando las pensiones con tanta bajada del 0.25% y demás copagos ya no den para nada. Con todo esto, y alguna otra cosilla de índole privada, me he dirigido a un bufete a ver cómo lo instrumentamos.
  
Ahí ha venido el problema, la duda metódica, pues no hay jurisprudencia en esta materia. Yo creía que con un simple documento de últimas voluntades quedaba resuelto. Pero al parecer es algo más complicado. Hasta en esto la pobre Fátima lo va a tener difícil para cumplir su promesa. Pero estoy dispuesto a poner mi granito de arena. He ido investigando aquí y allá y algo se puede hacer. Lo cuento por si alguien está interesado en ponerlo en práctica.

Lo primero es conseguir una fórmula de las denominadas actuariales, muy corrientes entre  las compañías de seguros. De esas donde se tiene en cuenta tu edad, el periodo de tiempo que has ingresado en la hucha y cuánto. Tu "cuenta nocional" o algo así lo llaman. Luego, la formula la deberás retocar calculando el número de años que has ido recibiendo pensiones con perdidas adquisitivas y a cuánto asciende la compensación (cada año habrá que ir revisando este concepto, pero no importará mucho porque significaría que Fátima tendrá más posibilidades de cumplir y tú de recibir). La esperanza de vida que te correspondería es otro de los factores a tener en cuenta, así como la diferencia en años de lo que habrías cobrado y no vas a  poder cobrar por fallecimiento.

Porque de eso estamos hablando: de lo que nos van a deber cuando ya no estemos aquí. Buena es la muerte, con ella no se juega, cuando llega cualquiera le va con el cuento de que todavía no me toca, que a mi esperanza de vida le quedan unos años...

Con todo eso, y algún coeficiente corrector que estoy calculando y que ya os iré contando, se obtiene una ecuación. Esto te permite ir a un notario y dejar constancia testamentaria, una vez despejada la x del año de la muerte, de en qué y cómo quieres que se invierta la compensación que vamos a cobrar en el futuro. Así, entre todos colaboramos para ayudar a Fátima a cumplir su promesa. 
 

HETERODOXA, habitante del ático.


... Me desperté y vi la luz del amanecer en las mirillas de la persiana. Salía de tan adentro de la noche que tuve como un vómito de mí mismo, el espanto de asomar a un nuevo día con su misma presentación, su indiferencia mecánica de cada vez: Conciencia, sensación de luz, abrir los ojos, persiana, el alba.
JULIO CORTÁZAR

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