Lo confieso: me encantan las series
televisivas. Unas buenas y otras a lo mejor no tanto. Actuales y pasadas. Es lo
que hay. Siempre me han gustado, pero a medida que voy cumpliendo “taytantos” y
sobre todo desde que tengo más tiempo libre, algunos de los momentos más
agradables del día tienen que ver con sentarme frente al ordenador y tragarme tranquilamente,
sin remordimientos, uno o dos o tres capítulos de cualquiera de las series que
me gustan.
Sí, frente al ordenador. Hace años
que el televisor lo enciendo lo justito, por no decir casi nada. No soporto
vagar por las cadenas hasta hartarme y encontrar un día sí y otro también a
Bruce Willis permanentemente en acción. Y no es porque no me guste Bruce
Willis, que —también lo confieso— lo encuentro más que atractivo, ni que no me
gusten la acción y las emociones fuertes, que me fascinan y justo por eso —y
generalizando para que no penséis que la he tomado solo con el pobre Willis— no
puedo con lo que dan en la tele. Las mismas películas una y otra vez; los
mismos callejeros por el orbe mes tras mes, los mismos tertulianos repitiendo
tópicos semana tras semana…
Y diréis: ¡pero te gustan las series
“televisivas”! Pues sí, es lo único que salvo de la TV, pero me voy a verlas a internet,
donde puedo elegir el momento en que las veo, intercalar unas con otras, dejar
pasar varios días y luego ver varios capítulos seguidos de la que más me
apetezca. Y será manía mía, pero a mis ojos verlas fuera de la TV , alejadas de ese desangelado
y para mí crispante contexto, las mejora, hace que hasta las de menos calidad
parezcan menos malas. Insisto, manía mía.
Pero no es solo eso, hay algo más y
lo más importante quizá: en las series, buenas o no tan buenas, cada día pasan
cosas nuevas, distintas. Vale que es ficción, vale que es simulación, vale que
es todo mentira. Cierto, pero cada día una mentira nueva y ahí está la “chispa”,
en mi opinión el valor añadido de las series. Es cierto que parecen avanzar a
paso de caracol, que puedes dejar de verlas un mes y cuando lo retomas no te
pierdes, pero sin embargo nunca dejan de suceder cosas. Aunque los personajes
no evolucionen lo más mínimo ningún día es igual al anterior, siempre les
ocurre algo, a veces cosas terribles o rocambolescas o incluso inverosímiles
—¡¿cómo es posible que les pasen tantas cosas?!—, pero algo siempre. Y el
suspense de qué será ese algo me gusta. La chispa de la vida fuera de la vida y
a pesar de ésta y sus rutinas y sus aconteceres tan reales, tan corrientes,
tan monótonos. Un anarquista atentando contra el presidente de la República , una
modistilla venida a espía o un noble conjurando contra su rey. El minuto a
minuto de su incidental y en ocasiones apasionantes vidas ante nuestros ojos.
Imagen compartida en
Sina Weibo.
Puede decirse lo mismo de los libros
o del cine, pero leer o ver cine tiene buena prensa; en cambio ver series no
tanto, tiene una imagen más frívola, menos cultureta y glamourosa, como de ama
de casa o parado consumiendo telebasura. No soy ni lo uno ni lo otro. Y no voy
a entrar en si lo es o no, telebasura. Tal vez lo sea. ¿Pero qué queréis que os
diga?
Que a mí me apetece ver series.
Que, aunque no siempre, a veces una
imagen sobre todo si es en movimiento vale más que mil palabras. Yo ahora —otra de mis manías— la lectura y las palabras las dejo para antes de dormir.
Que la vida es corta y limitada, y la mayoría de las series largas e infinitas.
Que en las
series los personajes, si los guionistas no son rematadamente malos, a menudo
se atreven a expresar cosas que en la vida difícilmente escucharíamos decir. Me
decía un amigo hace poco que últimamente le aburren las conversaciones de casi
todo el mundo, siempre las mismas, y algo en lo cierto sí que anda. Me pregunto si esos guionistas, en la vida real, fuera de guión, también hablan siempre de lo mismo o como sus personajes se atreven a decir otras cosas.
Lo dicho, lo confieso, algunas tardes
no soy nada glamourosa y me siento a ver series de televisión en el ordenador.
¿Será cosa de los “taytantos” que voy teniendo? Lo siento, estos últimos no los
pienso confesar, para eso ya está el chivato y también poco glamouroso Facebook.
MAR REDONDO
Creo que lo importante en esta vida, es sentirse bien. Así que, me parece muy bien que no seas glamurosa a todas horas¡¡¡¡
ResponderEliminarSí, Angeles, el glamour está bastante reñido con el confort y lo importante es sentirte confortable y bien en tu propia piel.
ResponderEliminarHay alguna serie que tiene calidad y esta bien tumbarse en el sillón a la bartola, de vez en cuando. Pero te recomiendo no veas salvame o programas similiares. NO entretienen y menos enseñan.
ResponderEliminarReconozco que los he visto en el pasado, pero a mí esos programas ya no me pillan. Y como decía, la tele la enciendo más bien nada.
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