20/11/13

EL ESPACIO DONDE SOÑAR LO IMPOSIBE

El otro día venía con el periódico El espacio es una cuestión de tiempo, un libro divulgativo sobre Einstein y la teoría de la relatividad. Todos sabemos algo sobre Albert Einstein: alguna de sus frases célebres, eso de que la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado; quizá su anhelo de alcanzar la paz mundial. Nunca me había interesado particularmente la figura del físico de Ulm, pero me llamó la atención el título del libro. He empezado a leérmelo a ver si soy capaz de encontrar algo que relacione la teoría de la relatividad con el espacio y el tiempo en Literatura; he oído que hay escritores que consiguen, de alguna manera, convertir el tiempo en espacio.

Einstein estaba obsesionado por reconciliar la teoría de la relatividad con la mecánica cuántica. Recordé que cuando nos contaron la teoría cuántica en el instituto mencionaban a Einstein y su explicación teórica del efecto fotoeléctrico (las células fotoeléctricas se utilizan en los sensores de las cámaras digitales), que su nombre se encuentra entre los de los grandes científicos (Heisenberg, Born, Dirac y varios más) que construyeron la física cuántica. Lo cierto es que, aunque no me haya preocupado por entender del todo enunciados como el de Heisenberg y su principio de incertidumbre (“es imposible fijar a la vez la posición y el momento de una partícula”), este enfoque en el que las partículas tienen también naturaleza ondulatoria y se agrupan en cuantos de energía me fascinó desde el principio.


Nunca había caído en la cuenta de que ni la mecánica cuántica ni la relatividad se corresponden con lo que observamos ni con lo que dicta el sentido común. Sí, parece haber algo que se nos escapa cuando estudiamos teorías que tratan con partículas más pequeñas que el átomo y definen estados de la materia que no son ni el sólido ni el líquido ni el gaseoso. Me hace pensar en las clases de Historia de la Filosofía de segundo de Bachillerato (asignatura que está cerca de desaparecer de los planes de estudio), en las que cuestionábamos, por ejemplo, el principio de causalidad de la manera en que lo hizo Hume. ¿Existe realmente en la naturaleza el nexo entre causa y efecto o es algo que se hace a posteriori para poder ordenar la experiencia y transitar por el mundo? El fuego y el humo, el rayo y el trueno, parece que la relación es obvia, pero, ¿no es nuestra idea de causalidad algo muy parecido a una esperanza de que unos objetos se den tras otros que los preceden, una relación imaginaria basada en la costumbre; casi una superstición? No podemos ni asegurar que mañana vaya a salir el sol…



  En las clases de Filosofía también hablábamos de los pitagóricos y los números, de Platón y el saber matemático como paso previo a la idea de Bien. La lectura de El espacio es una cuestión de tiempo ha valido para recordarme que hace años encontré algo hermoso en la mecánica cuántica, a pesar de que estuviese muy lejos de entenderla. Te das cuenta de que hay ocasiones en las que la Ciencia se acerca tanto a la Belleza como el Arte. Einstein nos permite hablar del cosmos, de agujeros negros y de cuerpos que al moverse se encogen frenando el ritmo de sus relojes. Lo había olvidado, pero la Física y las Matemáticas también pueden ser las encargadas de llevarnos a un espacio donde poder soñar lo imposible.


 PETER REDWHITE, habitante del ático



Hay dos maneras de difundir la luz... ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja.
        LIN YUTANG 

2 comentarios :

  1. ¡¡¡Muchas gracias!!! Y aprovecha para darte una vuelta por el resto de secciones, ¡merece la pena!

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