16/9/15

"EL ETERNO RETORNO DE LO IGUAL O LOS CÍRCULOS DE LA HISTORIA", por Heterodoxa


Estos días han vuelto a reponer en Madrid, en los cines Verdi, El mundo sigue, película en blanco y negro de los años sesenta con guión y dirección de Fernando Fernán Gómez. Aunque formalmente superó la censura fue, al parecer, autocensurada por los distribuidores y se pasó solo escasas semanas. Cuenta con la actuación magistral del propio Fernán Gómez acompañado por intérpretes excepcionales como Gemma Cuervo, Lina Canalejas, Amparo Soler Leal y un secundario de lujo, Agustín González. Retrato de la España de los sesenta sumergida en una cotidianeidad aplastada por la miseria y la falta de oportunidades, por la mezquindad y el círculo del presente, cada uno de los personajes a su manera, a la única que encuentran, intenta escapar como puede de esa realidad que les ahoga, ya sea a través del juego, la violencia, desafiando las convenciones sociales o al menos intentándolo. Desde los primeros fotogramas donde vemos a un ama de casa, excepcionalmente lograda por Amparo Soler Leal, quebrada por una bolsas que más bien la llevan a ella, vencida por la vida, los personajes aparecen dominados, poseídos por pasiones eternas, amor, odio, celos, envidia..., y en ese enfrentamiento desigual al destino que les corresponde conforman un relato dotado de una fuerza, una pasión, una rotundidad que les va empujando sin remedio, les condena o quién sabe si les redime. Sentimientos que sentimos cercanos, entendibles y que nos permiten posicionarnos cerca de cada uno, hacerlos nuestros y explicarlos.


No me ha pasado lo mismo con ese vídeo viral que ha acaparado las portadas y los noticieros todos estos días. Ese vídeo donde vemos a una periodista sombreada en azul cielo, en un fondo de grises y negros, pulcra, aseada, bien comida y dormida dedicarse a dar patadas y zancadillas a diestro y siniestro —tan irreal que podría parecer una escena orwelliana—. Por mucho que he intentado ponerme en el lugar del otro no he podido. Desde qué sentimientos ancestrales surge esa reacción, qué emociones hacia el otro la explican, cómo de envenenados quizás estén sus circuitos neuronales o qué memorias de sus antepasados surgidas del subconsciente provocan esta reacción tan primaria. Esas son algunas de las preguntas que me sigo formulando.


El miedo a la pobreza, a la ausencia de un futuro, al HAMBRE en mayúsculas, guiaba a los personajes de El mundo sigue. Pero desde qué miedos surge esa otra  reacción. Quiero creer que son actuaciones aisladas que responden a comportamientos patológicos, pero aun así buscar e intentar conformar un relato desde el otro, desde el apaleado, y al mismo tiempo neutralizar esos fantasmas procedentes de un mundo anterior aunque no demasiado lejano, podría ser una buena cosa. Porque encontrarnos con  otra guerra de religiones en pleno siglo XXI sería no haber aprendido casi nada. Convivir con el otro, sentir sus propios miedos, sentirle cercano puede que fuera mejor castigo para ese tipo de desvaríos que las penas tradicionales. También les recomendaría ver películas como Mandarinas o visitar exposiciones como la muestra de fotografías de Josef Koudelka, que se exhibe en estos momentos en la fundación MAPFRE. En blanco y negro, pareciera que ahora para contar la realidad los colores solo distorsionan, sobre esas otras huidas, esos refugiados de otras épocas, esos miedos, siempre los mismos, esas imágenes de botas sin dueño, de invasiones, muros, objetos olvidados, miradas vacías. Esa diáspora hacia lo desconocido.

HETERODOXA

P. D. : Las fotografías pertenecen a Josef Koudelka.

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