18/3/15

JAZZ: UNA APROXIMACIÓN A SU FUNCIONAMIENTO, por Bruno Ruano


El jazz gusta y, generalmente, no gusta. El que no guste es perfectamente comprensible, dadas las características intrínsecas a este tipo de música, por otra parte tan a menudo asociada a posturas “intelectualoides”, a presumir de cultura y de buenos gustos musicales —una anécdota repetida y repetida es la de observar las contorsiones de lengua y labios de algunas personas a la hora de pronunciar la palabra jazz: yaxx, jaks, yazst, jatsx, cuando toda su dificultad es decir “yas”.
Lo que a continuación intentaré será una explicación que nos acerque a la comprensión del funcionamiento de un tema de jazz, basada en mi experiencia como músico y contrabajista de jazz.
—De entrada, todo aquello que escuchamos nos parece que suena lo mismo, da igual que el tema sea Come Sunday (Duke Elligton) o Freddie Freeloader (Miles Davis), todos nos suenan igual. En realidad, lo que ocurre es lo contrario, cada tema no suena nunca igual que ningún otro.
—El jazz exige ser escuchado atenta y concentradamente, debido a la fluidez y encadenamiento de todos los acontecimientos musicales suscitados por la interacción entre los músicos: su medio consiste en la improvisación. Cuando se va a tocar un tema, ninguno de los músicos sabe lo que va a tocar él mismo ni lo que van tocar los compañeros.
—Deberíamos fijarnos en lo que va tocando cada instrumentista. Es decir, en un cuarteto, ser capaces de separar lo que tocan saxo, piano, contrabajo y batería; escucharlos a cada uno por separado para luego ser integrado en la unidad de lo que suena, en la unidad de lo que está ejecutando el cuarteto. Cada músico “depende” de lo que toque el resto y, sin embargo, el jazz está considerado como una música individualista.
—La apreciación de aquello llamado “swing” y que tan difícil resulta definir con palabras. Se trata de una cuestión de interacción y ritmo, algo así como un caminar fluido, el empuje para que lo que es tocado avance hacia delante. En general, lo que decimos los músicos  simplemente es, “tiene swing” o “no tiene swing”. Si no lo tiene, nada vale nada. Su apreciación y apercibimiento lo dan horas de escucha.
—El jazz es exigente, mucho, se alimenta de cuerpo y alma del oyente. Se trata de la exigencia dedicada y paciente de transformar el caos de la escucha superficial en el orden que supone la identificación de su estructura. El oyente primerizo —ojalá existiesen muchos— lo que normalmente siente al escuchar lo que suena es una sensación próxima al caos, al desorden, al mareo auditivo ante tanta nota tocada por capricho. Es prácticamente imposible que, percibido así, el jazz pueda gustar a alguien.
—La estructura musical. El jazz es una música improvisada, pero esto no significa que cada músico pueda tocar lo que quiera y cuando quiera, ni que comience o acabe su  solo arbitrariamente. Aquí se hace necesaria una aproximación musical al funcionamiento y estructura de cualquier tema, en la que un mínimo conocimiento de los conceptos musicales siempre es bienvenido:
En un tema de jazz, de principio a final, la sucesión-estructura del mismo es como sigue: Exposición de la melodía - Improvisaciones o solos - Exposición final de la melodía. Es sencillo en teoría, lo importante es percibirlo, sentirlo. A veces, unidos a su estructura, se pueden dar una introducción (antes de la melodía), un interludio (entre solos), un vamp o forma rítmica repetida para acabar, etc.
La melodía consta a su vez de un número de compases exacto: 32 (en general, en 4/4) que a su vez podríamos agrupar en 4 secciones de 8 compases: A-A'-B-A. Me explico.  A corresponde a lo que es propiamente la melodía, A' es una variación de A, es decir, una variación de la melodía en los últimos compases. B es el puente, una parte contrastante de 8 compases para regresar a A, exposición de la melodía como final. Esta va siempre unida a una determinada armonía o sucesión de acordes, normalmente un acorde por compás: así, tendríamos una sucesión de acordes para A, otra muy parecida para A', otra ya bien distinta para B o el puente, y la última, que es igual a la primera A. Una vez acabada la exposición comienzan inmediatamente las improvisaciones, basadas en los acordes o armonía que acompañan la melodía.
El siguiente sería un ejemplo gráfico.
Imaginémonos un círculo divido en 34 partes (en lugar de las 60 que serían las divisiones correspondientes en un reloj). De la misma forma, solo hay una manecilla que, una vez pulsada, no se puede detener: una vez marcado el tempo la ejecución comienza, el tiempo, los compases, los acordes no se pueden detener, la música debe continuar hasta su final en su amoldamiento al tiempo y, ya dentro del tiempo, a su mayor o menor velocidad, siempre la misma. El tiempo es el espacio de la música, el tiempo en sus divisiones minúsculas. Si bien es verdad que el tiempo es un concepto que se nos escurre, que desde la Antigüedad ha exprimido cerebros y reflexiones, es más cierto que los músicos tenemos una experiencia material, continua, precisa y exigente de lo que el tiempo es materialmente, con su transcurrir.
Volvamos al círculo. Acabábamos de terminar la exposición del tema, es decir estamos en la última división del círculo-reloj y dispuestos a encontrarnos ya el cero de otra vuelta, el principio de las improvisaciones: vuelve a comenzar la rueda, parece como serpiente armónica que se muerde la cola..., solo que ahora ya no se toca la melodía. Como decía, ahora comienza la improvisación de cualquiera de los músicos. El improvisador toca siguiendo necesariamente los acordes, que se suceden uno a otro, la manecilla continua girando. Únicamente en el final o el principio de la rueda el solista puede dejar o iniciar su improvisación.
 Al igual que las estaciones se siguen la una a la otra y conforman el tiempo circular que empieza y acaba cada año, así es el tiempo circular por el que fluye el jazz.

 Espero que de momento esta aproximación nos sirva de algo. Queda aún mucho en el alero.
BRUNO RUANO
Imágenes:
1. Uroboros. La serpiente armónica, el ciclo eterno de las cosas, imagen del transcurrir el tiempo en jazz. En mi principio está mi final.
2.
 Un disco que lo cambió todo, In a silent way, de Miles Davis, 1964.
3. Partitura del más que conocido Autumn leaves: A - A' - B - A.
4. Horace Silver introdujo el funk en el jazz, música divertida o 4. Su grabacion más significativa Song for my father,1965.

No hay comentarios :

Publicar un comentario